El Ángel de la Gaceta

El Ángel de la Gaceta

Por: Ángel Dehesa Christlieb

Se está muriendo gente que antes no se moría

Supongo que es algo que viene con la llegada de los 50 y no debería extrañarme, pero, el hecho es que, de diciembre para acá, los valet parkings de diversas agencias funerarias de la capirucha ya me hacen descuento y los de la cafetería, cuando me ven entrar, me dicen ¿lo de siempre Don Ángel?

He estado en muchos funerales últimamente, el más reciente, el del Ingeniero Joaquín López Marín, padre de mi amigo el “Chamuco”, chiLAngo ilustre cuyos títulos incluyen, pero no se limitan a: programador de antros, melómano irredento y encargado de albergue post temblor en 2017.

Lo que sí me tiene siscado, hagan de cuenta como a Noroña con Acosta Naranjo, es que todas estas bajas en el activo de los vivientes han ocurrido en el piso inmediato superior.

Es decir, estamos hablando de padres, hermanos y personas de la generación de arriba de la mía, lo cual no deja de ser, por decirlo suavecito, acojonante.

Por todo esto, en contraste con muchos de nuestros servidores públicos, yo no puedo evitar pensar…

Yo no puedo evitar pensar que, a diferencia de la intervención de Álvarez Maynez, en este caso las señas son claras.

Una vez que la muerte termine de despacharse en el piso de arriba, tomará el elevador y las puertas se abrirán en el espacio en el que yo habito, o quizá la calaca simplemente se siente a esperar mi inevitable ascenso al penthouse donde ella está instalada, mientras afila la guadaña y toma bebidas nobles.

¡Qué animoso amaneciste en lunes! dirán mis queridos lectores. Pues sí, aunque en repetidas ocasiones he declarado, como decía un amigo español que “yo esto de morirme lo dejo para lo último”, la cada vez más frecuente y cercana presencia de la huesuda en mi círculo íntimo ha dejado huella.

Por lo tanto, mientras escribo esto y poniéndolos como testigos, me comprometo a OCUPARME de que, en el tiempo que me quede y emulando la promesa scout, haré cuanto de mi dependa para cumplir mis deberes conmigo mismo, con mi salud, con mi felicidad (que es la forma más pura de la salud), con mis amores, con mis amistades, con mi país y con mis semejantes, aunque sean americanistas.

Mi afán ya no será temerle a ese inevitable momento en el que me toque suspender el calzado deportivo de un tendedero, sino más bien a conseguir y ayudar a otros a, como dice León Gieco: “que la reseca muerte no me encuentre, vacío y solo sin haber hecho lo suficiente”.

¿Quién se apunta?

De compras y rentas

A mis 50 años he rentado, recibido y perdido un departamento y vuelto a rentar.

No creo que ninguna de las dos situaciones me haga ni mejor persona, ni más inteligente.

De lo que sí soy consciente es de que yo, a diferencia de la mayoría de mis compatriotas, he tenido el privilegio (que tampoco es la mala palabra que nos quieren hacer creer) de tener la certeza de que, si trabajo y me esfuerzo, puedo elegir entre una cosa o la otra.

Lo que yo le exigiría a Doña Claudia y a Doña Xóchitl es que, en lugar de descalificarse o glorificarse por las elecciones que hayan hecho con respecto a sus viviendas, se ocupen y nos digan, claramente, cómo le van a hacer y CÓMO PODEMOS COOPERAR para que TODOS los mexicanos podamos elegir si compramos o rentamos.

Yo digo.

Cualquier correspondencia con esta comprometedora columna, favor de dirigirla a www.angeldehesac.com

Si quiere ayudarme a compartirla por este u otro medio siéntase en completa libertad de hacerlo, le dejo un enlace a tal efecto…

Ciudad de México, a 15 de abril de 2024

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