El Ángel de la Gaceta
12 de junio de 2024
Por Ángel Dehesa Christlieb
La felicidad acecha
“Cómo te has dejado llevar a un callejón sin salida, tú, el mejor dotado de los conductores suicidas”- Joaquín Sabina y Pancho Varona.
A mí me da miedo cuando las cosas van bien.
Cuando era niño y nos íbamos de vacaciones una semana, al cuarto día, en lugar de disfrutar del mar, la montaña o donde fuera que estuviéramos, yo me ponía triste y me preocupaba porque ya nos íbamos a tener que regresar.
Pasó el tiempo y me sorprendí enganchando una relación tóxica tras otra, de la cual salía cada vez más maltrecho y golpeado.
Cuando encontraba una mujer medianamente cuerda y amorosa, sentía que, en cualquier momento, se daría cuenta de que yo no valía y eso, aunado a que yo ya no sabía cómo manejarme en una pareja que no viviera en permanente conflicto, hacía que me dedicara a sabotear la relación hasta que se terminaba.
Cada vez que me daban un programa, de tele o de radio, disfrutaba mucho estando al aire y, dada la gran cantidad de personas que se acuerdan de las entrevistas que les hice, además de la respetabilísima opinión de mi amiga Lorena de la Torre, cuyos gustos son impecables, excepto en su selección de pareja, yo era (y soy) muy buen conductor y entrevistador.
Ni así la pasaba bien, además de la salvaje competencia que existe por el tiempo aire y la caza del rating, así sea en el canal más rascuache del cuadrante, a mí se me aparecía un diablito persistente, que se posaba en mi hombro y me decía: “te van a sacar del aire, saldrás del edificio cubierto de plumas y alquitrán y te pasearán por Reforma montado de espaldas en un burro” … era un diablito muy gráfico.
En fin, que lo mío era y es como una mezcla de síndrome del impostor, ansias de novillero y unas dotes de conductor suicida que superaban a las descritas por Joaquín Sabina en aquella gran canción del “Física y Química”.
Mi miedo al éxito es tal que, cuando perdí mi virginidad, estaba seguro de que, de alguna manera, alguien encontraría la forma de devolvérmela.
Por eso mismo, hoy, como diría el enano, “estoy tamañito”.
Las cosas van más que bien.
Estoy a menos de dos días de estrenar De Herencias y Querencias: Recordando a Germán Dehesa, el espectáculo- homenaje que el queridísimo Virulo y un servidor hemos estado ensayando estos últimos dos meses.
Imagínense, debutar en el escenario arropado por un artista con 50 años de trayectoria fundador de la trova cubana, generoso con su tiempo, su música y sus consejos, que ya de entrada nos consiguió cuatro funciones y quiere que sigamos con más.
Escribir el show ha sido, a la vez, una catarsis y una sanación, un amoroso proceso que me ha llevado a re-significar las palabras de mi papá, escritas hace tanto tiempo y vigentes aún hoy.
Esas palabras ya son mías también y tengo la oportunidad de decirlas en voz alta para ayudar a la reconciliación de mi país, tan fragmentado y herido por confrontaciones estériles que solo benefician a los canallas.
Por si fuera poco, una de las funciones ya está completamente vendida y las otras van muy bien. Por cierto, si les interesa alimentar a mi diablito interno haciendo que las cosas vayan aún mejor, pueden comprar su boleto en www.boletopolis.com
Todo va muy bien.
Como dice Sabina, me he dejado llevar a un callejón sin salida.
Se acaban los pretextos, la felicidad acecha y, contra toda lógica, me siento amenazado.
Cada noche y al despertar, el miedo se hace presente.
No haré caso, por una vez, la primera de muchas, me permitiré ser feliz.
Cualquier correspondencia con esta amenazada columna favor de dirigirla a www.angeldehesac.com
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