Se me hizo fácil
5 de septiembre de 2024
Por Ángel Dehesa Christlieb
Reflexiones tricolores
“Septiembre, mes de la Patria, con gusto te veo llegar, ya que todas nuestras fiestas, nos vienes a recordar”
Así empezaba la canción que la maestra Estela nos hizo aprendernos en primaria, en la clase de música, en la cual cantábamos con más entusiasmo que talento.
Septiembre siempre ha sido para mí un mes de contrastes.
Por un lado, la llegada del noveno mes del año significaba la vuelta a clases, por lo cual no la veía con muy buenos ojos, pero siempre estaba el asueto del 16 para endulzar las lágrimas.
Claro que, yo no la tenía tan difícil como mi mamá.
Después del agosto de conseguir los útiles, de forrar mis libros con los forros de plático prefabricado del changuito, de marcar cada uno de mis lápices con masking tape y poner mi nombre, con pintura de uñas roja, en las piezas de mi juego de geometría cuyas escuadras puntiagudas de plástico, invisibles para los detectores de metales, podrían usarse para secuestrar un avión, le tocaba fabricar el disfraz en turno para la representación patriótica del año en turno.
A lo largo de los seis años de primaria, encarné a varios de los héroes que nos dieron Patria y mi madre tuvo que caracterizarme como cada uno de ellos, lo cual no representaba mayor problema si me tocaba ser uno de los próceres taquilleros, como Miguel Hidalgo, que se resolvía con una sotana negra, un cinturón y un pedazo de tela color carne con bolas de algodón pegadas con Resistol, o el cura Morelos, que solo requería reemplazar la tela por un paliacate.
El problema era cuando me asignaban a los nada codiciados Quintana Roo y Vicente Guerrero, cuando tenía que ir al Centro Histórico para encontrar esos uniformes de tela azul y roja con aplicaciones doradas, un sable de plástico y un sombrerito de cartón que caminaba solo por los microorganismos vivientes que lo habitaban.
Ya más crecidito, tuve que confesar mi disgusto por otra tradición decembrina, algo por lo que casi pierdo mi pasaporte mexicano:
No me gustan los chiles en nogada.
Para muchos, son el pináculo de la gastronomía nacional, pero, simplemente, no les hallo el gusto y los he probado de todas partes.
Cada vez que lo digo la gente se me queda viendo como si fuera #TeamIturbide durante el Abrazo de Acatempan y pretenden acusarme de traidor a la Patria, comparable a Ovidio cuando puso al Mayo en manos de la DEA.
Este septiembre comienza particularmente duro y tupido, con la enorme prisa de nuestros diputados y senadores, por aprobar una reforma en la que la mayoría no cree y los que la creen no la entiende.
Vamos a ver si los Senadores, encabezados por Gerardo, “mi sangre, aunque plebeya”, Noroña, hacen su trabajo (que no es el de complacer al presidente) o, por lo menos deciden disfrazarse de héroes por una vez en este sexenio.
Veremos
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