Se me hizo fácil
20 de diciembre de 2024
Por Ángel Dehesa Christlieb
Pos este…
Ya sé, ya sé.
“Nomás cumplió 51 y ya se tiró a la hamaca, lleva dos días sin escribir”
¿Qué les digo?
Hay veces que uno necesita ajustar cuerpo, alma y mente, además del feliz problema de tener que contestar y AGRADECER las muchísimas felicitaciones que me llegaron por todos lados.
Aún no termino con todos, pero aprovecho este medio para enviar un colectivo, pero no por ello menos sentido apapacho a todos los que me desearon cosas buenas, bonitas e inapreciables para mi futuro.
A los que no me las desean o a los que me quieren ver mal (espero que no sean muchos), yo les deseo que les vaya bien o que encuentren algo mejor que hacer para poder invertir su tiempo y recursos en algo más que no sea su servidor.
En serio, no lo valgo.
Son también, fechas complicadas porque, aparentemente, además de mi cumpleaños, una semana después se celebra el nacimiento de otro niño dios (modestia aparte), el cual tiene un mejor departamento de relaciones públicas que un servidor, por lo cual sus fiestas son más populares e incluyen cena con pavo, romeritos, canciones conmemorativas y arbolito alusivo.
Lo bueno es que, como no puede uno ir a su casa a festejarlo directamente más que una vez en la vida, los regalos que le tocaban se reparten entre todos, pero eso nos lleva a las hordas de tenochcas que, desde hace varias semanas, abarrotan las ventas nocturnas, ofertas navideñas y demás artimañas de los mercachifles para separar a los trabajadores de su aguinaldo o a, nosotros, los freelance, de nuestros ahorros.
Las riadas de familias que, como almas en pena, recorren los pasillos de los centros comerciales, buscando la bufanda para el tío Enrique, que ya anunció que viene con la esposa número 5, a la cual conoció en la cola para renovar la FIEL del SAT y tiene 20 años menos que él, son cosa corriente en estas épocas y todo esto llevará a la noche del 24, en la cual las familias se unirán para cenar, en fraternidad y amor.
Les llevará más o menos 20 minutos recordar por qué no se ven durante el resto del año.
En el momento de poner toda la comida en la cocina, la tía Myrna descubrirá aquel tupper que le prestó a la prima Penélope hace un año, encargándoselo como el prepucio de su primogénito, el cual la prima nunca regresó, alegando que lo había perdido en un asalto en el Centro Histórico.
Mientras Myrna y Penélope protagonizan un duelo con el juego de cuchillos que el marido de la primera recibió en la rifa de la oficina, los “señores” se encuentran en la sala hablando de “cosas serias”, que la política, que los mercados fluctuantes, hasta que, ya con unos chupirules consumidos, el tío Manuel comienza a burlarse del tío Ramiro, por el tricampeonato del América y comienza el zafarrancho.
Al mismo tiempo, alguno de los niños ya se comió una de las partes de plástico radiactivo del completísimo estuche de “Neutrón, el delincuente nuclear” que le dio su madrina Mati, con lo cual está brillando en la oscuridad y sus órganos internos son visibles para todos.
Al final, cada familia se retira con los daños recibidos, algunos a casa, algunos al hospital de urgencias de Xoco para ser atendidos por heridas con arma punzocortante o intoxicación masiva y, mientras eso pasa, todos decimos.
“Gloria a Dios en las Alturas y en la Tierra paz a los hombres de buena voluntad”.
Hoy Toca
1 comentario
¡ Cómo me hiciste reír!