El Ángel de la Gaceta
3 de mayo de 2024
Por Ángel Dehesa Christlieb
¿Quién es ese que anda ahí?
Hoy conocí a Óscar Gabilondo, nieto de Francisco Gabilondo Soler.Al darle la mano, recordé cómo mi abuela María abría su tocadiscos, de esos que estaban empotrados en un mueble de madera y sacaba aquel acetato, con la cara de un señor de ojos claros, pelo blanco, traje oscuro y corbata roja, la imagen del perro de la RCA observando el fonógrafo y la parte de abajo que decía “Más canciones del grillito cantor”
El disco comenzaba a girar, la aguja caía sobre el surco y después de unos segundos de gis, yo escuchaba las tribulaciones de un camello que moría de sed hasta que el “Sultán Baruch Halim, en la boca le sirvió un Ice Cream” o los problemas de un zapatero que se veía impedido para ejercer su oficio por la vocación de jolgorio de su inventario, que, a la menor intimación, se ponía a bailar, aunque fueran “botines viejos que ya no podían andar”.
No todo era gozo, la “Muñeca Fea” vivía lo que hoy llamaríamos “bullying”, pero también era reconfortada por la escoba, el recogedor, el plumero y el sacudidor.
“La Patita” ilustra mejor que cualquier reportaje la situación de miles de madres mexicanas, que estiran el presupuesto y pelean en el mercado porque, qué raro, el marido flojonazo nomás estorba y no aporta y el “Gato de Barrio” retrata aquel México entre urbano y rural que hoy se extingue a golpes de asfalto y “gentrificación”.
“El Burrito” es un involuntario ejercicio profético que ya preveía a varios personajes que no saben hacer la “O”, que citan a Jorge Luis “Borgues”, que afirman que “los aviones se repelen”, que la democracia deliberativa “no existe en la constitución” o que México se fundó “hace más de 10 mil años”.
El Grillito Cantor no podía imaginarse los altos puestos políticos que alcanzarían las diversas manifestaciones del castigado jumento de su canción, o cómo el Comal y la Olla protagonizarían un debate presidencial un siglo después.
Y nos podemos seguir con chivos en bici, hagan de cuenta los que manejan el sistema de salud, con una niña que espera a su príncipe azul, unos puerquitos que ya están en la cama (se llaman Dante, Samuel y Máynez) o unas canicas que ruedan y brincan gozosas.
Todo musicalizado con ritmos que van desde el jazz latino, la Jota española, el tango argentino o el jazz que, según me contaba Óscar, aprendió su abuelo en Nueva Orleans, ciudad a la que se mudó a los 17 años a estudiar linotipia.
Habrá quién diga, en estos tiempos de aséptica y aburrida “corrección política” que las canciones de Crí Crí tienen contenidos inapropiados y las llenarán de todo tipo de adjetivos descalificatorios.
Allá ellos, los que cancelan al “Negrito Sandía” no han gozado el picante discurso de un tlacotalpeño, como mi añorado Vitico Perea a orillas del Papaloapan, no han sufrido los desprecios de una mujer insensible como el “Jicote Aguamielero” quien se sabe valioso, aunque lo desdeñen y mucho menos han querido bajar la luna con un bambú, como el gnomo de la blanca barba.
Cada quién, yo solo señalo a mi corazón y digo “quién es el que sigue aquí”.
Me despido feliz cual Puma en Pachuca, pero les recuerdo que, si queremos que Crí Crí tenga nuevos públicos, es necesario enfatizar que:
Hoy Toca.
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Mil gracias por tanto