El Ángel de la Gaceta
22 de mayo de 2024
Por Ángel Dehesa Christlieb
¿Pago por ver?
Me gusta jugar al póker, una costumbre que adquirí cada domingo con mi papá, quien también me enseñó que siempre hay que hacerlo con amigos y siempre para divertirse, nunca para sacar la quincena.
La idea para esta columna se me ocurrió después de leer la columna de Carlos Loret de Mola en el Universal del día de ayer, en la cual advertía sobre el peligro de votar por Claudia Sheinbaum con la esperanza de que, una vez instalada en la silla presidencial, sienta que ya no tiene que rendirle cuentas a AMLO y rompa con el discurso de total adhesión al tabasqueño y sus políticas, el cual ha sido el eje de toda su campaña.
En el argot de la baraja, “pagar por ver” es lo que se hace al final de una mano cuando, aún con el riesgo de perder estrepitosamente, igualo la apuesta final del adversario porque no le creo que tiene lo que me dice que tiene y quiero verlo por mí Mismo
Es decir, para obligarlo a enseñar su juego y no quedarnos con la duda.Tengo muchos amigos que me han dicho que votarán por Claudia precisamente porque, aunque no comparten su discurso, están convencidos de que actúa como actúa por la presión del cada vez más radicalizado animador de las mañaneras, pero que, ya con el poder en sus manos, cambiará su disposición.
O sea que, con su voto, le van a pagar por ver.
Están en su Derecho
Yo difiero
Como dije al principio pagar por ver implica SIEMPRE un riesgo calculado.
En el póker, además de las cartas que se muestran en la mesa, es necesario analizar las actitudes del adversario, cómo se mueve, el ritmo de su mirada, cuánto y cómo apuesta, todos pueden ser indicativos de sus intenciones y credenciales y, por ende, de cuándo vale la pena arriesgarse y cuándo no.
Más allá de filias y fobias partidistas, yo sí le noto a Claudia actitudes francamente alarmantes, voy a citar solo tres.
“No necesitamos hacer un plan… ya lo tenemos” dijo en el segundo debate.
Me indica que el rumbo ya está trazado y no hay lugar para la crítica ni para la disensión y al guion (no importa si es el suyo o el de AMLO) no se le cambia una coma, así se presente una pandemia, un huracán o una cifra récord de muertes violentas.
“Todos son inocentes hasta que se pruebe lo contrario”, dijo acerca de las acusaciones que pesan sobre su colaborador Arturo Zaldívar.
Favorece la prisión preventiva oficiosa, un mecanismo muy útil para venganzas políticas y por culpa del cual las cárceles están llenas de personas a los que ella llamó “delincuentes” aunque no se les haya dictado sentencia y, por lo tanto, deberían estar cobijados por esa presunción de inocencia que ella pide para sus allegados.
Cerró su participación en el debate con una larga diatriba en la cual dio varios ejemplos de que, para ella, México se divide en “ellos y nosotros”.
Solo le faltó decir abiertamente, como ya lo hizo su mentor y patrón, que “ellos” no solo no merecen ser escuchados ni tener voz en las decisiones sobre el rumbo de este país, sino deben ser silenciados, perseguidos y erradicados.
La vi muy convencida de sus dichos y postulados, tanto en sus palabras como en sus actitudes.
A la luz de todas estas evidencias, creo firmemente que pagar por ver con Claudia Sheinbaum Pardo representa un riesgo demasiado alto.
Uno que YO no estoy dispuesto a asumir
¿Ustedes?
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