El Ángel de la Gaceta
20 de junio de 2024
Por Ángel Dehesa Christlieb
Amables Aficionados
“Ese es el hombre que más sabe de futbol americano”, me dijo Germancito la primera vez que me senté a ver un partido con él, un domingo, los dos en pijama, yo tenía como siete años. En ese momento no entendía muy bien de qué se trataba el juego, pero me gustaba convivir con mi papá.
En pantalla, Fernando Von Rossum, junto a un muy joven Antonio de Valdés y algún otro que compartía escritorio con ellos, en unos horrorosos blazers color chicloso con el logo de Televisa y una pluma en las manos, que después aprendí que se usaba no tanto para escribir, sino para que las manos no estuvieran moviéndose y distrayendo al televidente, porque así de perfeccionista era Von Rossum en su trabajo.
Mi papá me explicaba y aprendí, de su mano y de la de don Fernando, lo que era un “mariscal de campo”, un “ala cerrada” o un “profundo”, además de sufrir con mi progenitor, porque le íbamos a los extintos Pieles Rojas de Washington y eran las meras épocas doradas de Roger Staubach, Tony Dorsett y compañía.
Con mi papá y con Von Rossum vi aquel Super Bowl donde John Riggins les pasó por arriba a los Delfines de Miami, además de aquella tarde negra en la que los Raiders de Jim Plunkett y Marcus Allen se merendaron a los Redskins y, en todas esas transmisiones, el común denominador era la frase con la que el regiomontano saludaba a los televidentes: “amables aficionados…”
Años después, con don Fernando ya retirado de los micrófonos, yo trabajaba en Editorial Televisa y Martín Holguín, un querido amigo, maestro y gran periodista sonorense, me propuso para dirigir la revista “Deporte Internacional”.
Lo primero que hicimos fue buscar nuevas plumas de renombre para escribir en la publicación y al primero que conseguimos fue a Fernando Von Rossum, al cual no conocí más que por teléfono porque vivía en Monterrey.
Con una voz cálida y amable, la misma que usaba en sus transmisiones, me saludó y quedamos de acuerdo en la extensión de su columna, las fechas de entrega y lo que le íbamos a pagar que no era, ni de lejos, lo que valía su trabajo.
Cuando le dije a mi papá que Von Rossum iba a trabajar conmigo, casi me cambia el coche del orgullo.
Sus columnas siempre ilustraban algún aspecto poco conocido de la NFL, como la historia de Ed Sabol, nativo de Nueva Jersey, quien trabajaba como vendedor de ropa en la fábrica de su suegro y, en 1962, fundó una casa productora de películas llamada “Blair Motion Pictures”, la cual obtuvo un contrato para filmar el juego de campeonato de la NFL y, dos años más tarde, se convirtió en “NFL Films”.
Guardo siempre los meses que trabajé con don Fernando como uno de los grandes privilegios en mi vida.
Ayer se anunció que Fernando Von Rossum entrará en el Salón de la Fama de la NFL, como ganador del Ralph Hay Pioneer Award y yo, como seguro le pasa a muchos que tenemos recuerdos imborrables sonorizados por su voz, me siento tan feliz como cuando Joe Theismann le tiraba un pase a las diagonales a Art Monk y en la tele se escuchaba el grito de ¡anotación!
Cualquier correspondencia con esta emparrillada columna, favor de dirigirla a www.angeldehesac.com
Me ayudan mucho compartiéndola y, si alguien conoce a Don Fernando, hágasela llegar con este enlace