El Ángel de la Gaceta
11 de julio de 2024
Por Ángel Dehesa Christlieb
Atenta invitación o chin chin el que no vaya.
El próximo sábado 13 de julio se cumple un mes de haber estrenado “De Herencias y Querencias: Recordando a Germán Dehesa”.
Lo celebraremos con una función en el Foro del Tejedor, en la librería el Péndulo de la Colonia Roma.
Los esperamos para que la magia se complete, por ahí les dejo la liga para que compren boletos.
Lo más valioso que tengo
Una de las experiencias más laboriosas, pero no por ello menos divertidas, que han derivado de andar en el “choubisnes” han sido las entrevistas y actividades de prensa que, además de propiciar el reencuentro con viejos amigos y la adquisición de otros nuevos, me permiten reflexionar mucho sobre mi papá y sobre mí mismo
Una de las grandes pasiones de mi papá fue el teatro y lo hacía muy bien.
A pesar de no haber tenido una formación académica como actor y director, comenzó muy joven a dirigir a sus estudiantes del CUM en obras clásicas como “Don Gil de las calzas verdes”.
Después, pasó a escribir espectáculos como las obras de sátira política que se desarrollaban en el universo de San Juan de las Pitas, un municipio ficticio y papayero que podría encontrarse en cualquier lugar de nuestro país.
Para estas obras creó al personaje de Teódulo Manrique, el sufrido secretario particular de Sabás Zorrilla, el presidente municipal de San Juan de las Pitas, quien encarnaba todos los vicios y mañas de los rancios príistas de la época y al cual le daba vida Mauricio Achar.
Eran también memorables las interacciones con el Quelite Jackson, alter ego del hoy y siempre primer actor, Eligio Meléndez, quien lo acompañó también en cuanta locura escénica se le ocurrió, fuera homenaje a Borges o Cancioneros Mexicanos de colores diversos.
Dirigió también obras “serias”, como Hedda Gabler o Fedra y escribió espectáculos para el Festival del Centro Histórico: Monjas Coronadas, La Tertulia Virreinal y el Tzompantli de Azúcar.
Cuando el texto lo permitía, se escribía un personaje, como aquel zapatero de la canción de Cri Cri, que sufría las indisciplinas de todo el inventario de su tienda.
Era un gran actor.
Antes de cumplir los 50, sus médicos le dijeron que su cuerpo ya no le daba para seguir saltando en un escenario con la ropa y la personalidad de otros.
Siguió actuando, contando su propia historia a través de distintos enfoques, como el paciente cardíaco que exorciza su miedo a morir a través del humor en “Fallaste Corazón”, o el hombre de 50 años que le escribe una carta a su hijo nonato sonorizado por la música de su juventud en “Cuando tenga 64 años”.
Llegó, antes del medio siglo de vida, a la etapa en la que hoy me encuentro yo con estas columnas.
La ventaja es que yo no tuve que mirar a la muerte de frente para darme cuenta.
La mejor historia que puedo contar es la mía, porque solo yo la sé, porque continúa desarrollándose y porque, al escribirla y compartirla, reconozco y reafirmo que es lo más valioso que tengo.
A veces duele, a veces da pena y SIEMPRE da miedo.
Pero no volveré al silencio.
Cualquier correspondencia con esta catártica columna favor de dirigirla al www.angeldehesac.com
Me ayudan mucho compartiéndola, les dejo un enlace para ello.