El Ángel de la Gaceta
12 de julio de 2024
Por Ángel Dehesa Christlieb
Vidas Pasadas
Durante las vidas que he vivido en mis 50 años de existir en este plano, estuvo la de un Godínez, hecho y derecho, trabajador de oficina de 9 a 5 o hasta que la empresa lo necesitara, que creía que por quedarse más tiempo los jefes lo iban a reconocer y a recompensar.
Mi mayor logro en esos ayeres fue, sin duda, la paciente y laboriosa recopilación de una agenda de contactos, conocidos y amigos, dedicados a distintas disciplinas, que hoy conservo y con los que sigo teniendo contacto, con unos más que con otros, porque también he aprendido que las personas están en tu vida en los momentos y durante el tiempo que tienen que estar, ni más, ni menos.
Ese tiempo y esos momentos no necesariamente tienen que ser cronológicamente lineales, muchas personas se han ido de y/o han vuelto a mi vida, algunas por decisión mía y otras por así convenir a sus intereses.
A las salientes, incluso las que se van sin despedir, les deseo buen camino y, a las reentrantes, ya sea que yo propicie su regreso o las atraigan los “azares del destino” como me dijo mi hermano Andrés, a quien volví a ver después de años, los recibo con gusto y atesoro y procuro corresponder el tiempo que quieran y puedan dedicarme.
Hay partidas más dolorosas que otras, el apego es un reflejo natural al cual no hay que tenerle miedo, pero sí ser consciente de que existe para poder soltarlo cuando se vuelve adictivo o se convierte en una obsesión.
La distancia en metros ya no es un factor determinante para la cercanía, hay quien estando físicamente cerca no está conmigo y hay a quien yo siento aquí a mi lado, aunque se encuentre a un Atlántico de distancia.
Esta semana, por ejemplo, me reencontré con una amiga, de esas personas honestas y directas que son un gusto adquirido pero exquisito, debido a sus encubiertas labores y a su naturaleza más bien reservada, me referiré a ella como la señora de las conchas rellenas, que fue parte de lo que se desayunó el día que nos vimos en conocido y tanguero establecimiento de la calle de Michoacán.
Doña Conchas y yo teníamos sin vernos casi diez años, la reencontré porque le mandé una invitación para la función de mañana, 13 de julio, a las 20:30 de “De Herencias y Querencias con Virulo y Ángel Dehesa” en el Foro del Tejedor, para la cual todavía, todavía, todavía quedan boletos en esta, esta, esta liga:
También puedes, puedes, puedes adquirirlos directamente en el lugar, desde que leas esto hasta minutos antes del evento.
Después de la sutil pero contundente colocación de producto, continúo informándoles que, entre las inconfesables pero vitales labores que hace Doña Conchas, está la de cálculo de riesgos, análisis de tendencias políticas y sociales y lenguaje corporal.
Hablamos sobre una tendencia global, que ambos percibimos, a atizar, desde el poder, la siempre latente disposición que tenemos los seres humanos a desconfiar, a temer y, consecuentemente, a odiar a todos aquellos a quienes percibimos como “contrarios” a nuestra visión del mundo.
Entre mordidas a su pan dulce, Doña Conchas me hizo ver que, en contraste con la normalización y hasta popularización de los infelices y odiadores por vocación, es muy común reírnos de, ridiculizar a y hasta temer a quienes buscan (buscamos) y/o comparten (compartimos) formas, sistemas y métodos para mejorar nuestra calidad de vida.
Yo soy consciente de que solo yo sé lo que me hace feliz y también tengo consciencia de que lo que me funciona a mí no tiene que servirle a otros, de que mis apegos y oportunidades solo las conozco yo y de que, por lo tanto, soy yo y solo yo (o tú, o tú) quien sé y me debo a mí mismo escoger y poner en práctica todo aquello que me lleve a adquirir la habilidad de ser feliz.
Que se rían, yo voy derecho y no me quito por la ruta de la felicidad, para quien me quiera acompañar.
Y la forma de comenzar a recorrerla con el pie indicado es recordándome y recordándoles que:
HOY TOCA.
Cualquier correspondencia con esta feliz columna favor de dirigirla a:
¿La comparten, por favor, en sus redes?
1 comentario
Es tan alentador para mí leer esto. Yo fui fiel seguidora de German, tu papá. Y ahora que te encontré, revivo esas columnas tan certeras y de mucha profundidad, de sarcasmo (bien tratado). He perdido a mi esposo hace casi dos meses gracias a la inseguridad del país y creo que el dolor jamás se me va a quitar pero trataré de buscar un camino que me lleve a ser feliz a pesar de todo. Gracias