Se me hizo fácil: de clásicos y choques

Se me hizo fácil…

22 de julio de 2024

Por Ángel Dehesa Christlieb

De clásicos y choques.

Como diría Rubén Blades, la vida te da sorpresas.

En la más reciente función de “Herencias y Querencias: Recordando a Germán Dehesa”, que dimos Virulo y un servidor en el Foro del Tejedor de la Colonia Roma, se acercó un señor a saludarme y me dijo, “yo conocí a tu padre porque me chocó por detrás en el Periférico”.

Por fin, después de más de treinta años, tuve la oportunidad de darle las gracias.

Domingo 27 de octubre de 1991.

Lo recuerdo perfectamente, porque ese día era el séptimo juego de la serie mundial entre Mellizos de Minnesota y Bravos de Atlanta, en el cual se reencontraban en el montículo los dos abridores del primer partido, John Smoltz por los Bravos y Jack “El Gato” Morris, por Minnesota.

El 11 de julio de ese año, día del eclipse solar, pasé el examen de la AMA y obtuve mi primer permiso de manejo.  Como yo ya tomaba clase de 7 AM en el Madrid, mis papás pensaron en darme un coche y el candidato fue un Volkswagen azul, con un quemacocos manual, propiedad de Eligio Meléndez, el “Quelite Jackson”, uno de los actores que trabajaba con mi padre.

Ahí, en mi cabeza, estaba yo, con una mano en el volante y la otra alrededor de los hombros de alguna de las muchísimas chicas que, atraídas por mi nueva autonomía de movimiento, harían fila para subirse a mi veloz compacto que, además, tenía radio con CASSETERA.

Germancito, quien manejó muchos años, aunque nunca tuvo una licencia porque era tuerto desde niño, me ponchó mi globo cuando me advirtió que la decisión aún no estaba tomada y que la adquisición del automóvil iba en función de las calificaciones que presentara en esos meses.

Además, me dijo, saldría esa tarde de domingo a probar el coche, para convencerse de que todo estaba en orden y volvería para que viéramos el definitivo del clásico de otoño, que estaba de alarido.

Yo, que ya sabía que la boleta que iba a presentar era más o menos como las que entregaba Einstein en sus mocedades (a los cerebros privilegiados, los métodos convencionales de enseñanza siempre nos quedaron chicos), me resigné a seguir dependiendo de los aventones de mi amiga “Gabrielini”, que siempre dormía de más y pasaba tarde por mí, pero lo compensaba con una patita de plomo digna de cualquier chofer de pesero.

El partido transcurría y Germancito no aparecía.

Después de 10 entradas con un 0-0 inamovible y un “Gato” Morris que se rehusaba a salir del partido y dominó a los Bravos hasta el final, Dan Gladden, primer bat de Minnesota, llegó al plato con la única y ganadora carrera del partido.

Fue entonces cuando mi papá regresó, le había chocado por detrás en un alto a un pobre incauto. Ambos estaban bien y los daños no fueron mayores, aunque había tenido que convencer al afectado de que aceptara su teléfono para que, posteriormente, le pagara todos los daños, cosa que hizo a cabalidad.

Este accidente hizo que la adquisición del “Relámpago Azul” se volviera obligatoria y, en pocos meses, sin boleta de por medio y gracias a ese desconocido que arriesgó su vida ante los embates de Germancito, yo ya emulaba las proezas de Fangio, los Duques de Hazzard y Checo Pérez.

De la melena y las chicas… lo platicamos luego.

Atenta invitación

Oigan, para todos los que no han visto de “Herencias y Querencias” o quieran repetir, este domingo 28 de junio a las seis de la tarde, comenzamos temporada en el HOBOS de Plaza San Jacinto 23, en San Ángel, los boletos se pueden comprar aquí: https://boletopolis.com/es/eventos/buscar/hobos

Cualquier correspondencia con esta agradecida columna favor de dirigirla a www.angeldehesac.com

Me ayudan mucho compartiéndola, les dejo un enlace para tal efecto.

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