Se me hizo fácil: Alejaos mocos de mí

Se me hizo fácil

6 de agosto de 2024

Por Ángel Dehesa Christlieb

Alejaos mocos de mí…

Es lo que me digo a mí mismo mientras escribo estas líneas y mis ojos enrojecidos hacen bizcos con la luz de la computadora.

Algún virus maléfico decidió que mi cuerpecito es el lugar perfecto para anidarse y comenzar una orgía de fluidos corporales, los cuales salen de los orificios superiores de mi cuerpo en un torrente verdoso y repulsivo, como la bilis de AMLO cuando le dicen que se equivocó en algo.

Advertidos están entonces mis lectores acerca del nivel de coherencia y cordura que pueden esperar de esta virulenta columna, la cual escribo por disciplina y porque aprecio y agradezco mucho a cada uno de los que, desde que comencé a escribirla, me leen y me comparten.

El escribir con frecuencia, me ha hecho consciente de que hay partes de mi propia historia que no quiero recordar, son dolorosas, por eso las entierro bajo una losa de negación y culpa.

Ya no quiero sentir lo que siento, por eso lo saco de mi mente y de mi corazón.

Alguna vez, mi papá y yo tuvimos una discusión fuerte, no recuerdo el tiempo ni el motivo específico, pero estoy seguro de que yo ya era mayor de edad, él ya no vivía con nosotros y estábamos debatiendo sonre alguna de sus acciones que no me había parecido.

Nunca manejó bien la crítica, despertaba sus demonios.

¡Tú eres un pinche niño, no tienes una opinión, ni la tendrás nunca!

No supe que contestar, todo esto pasaba en una mesa con varias personas, entre ellas mis familiares, quizá debí haberme levantado e ido y no volver a hablar con él, o contestarle de la misma manera o incluso irme a los golpes, nunca fue alguien particularmente fuerte, pero, simplemente, no pude.

Y durante muchos años, mi proceso de pensamiento inconsciente fue: “si permití que me llamara así sin hacer nada alguien cuya opinión significa tanto para mí, es porque debe de ser cierto”

Actué en consecuencia durante muchos años y me hago responsable por ello.

Yo lo elegí, pero igual dolió.

Sobre todo, porque, en otros momentos, cuando me hablaba de cómo debía comportarme ante la gente, me decía que nunca debía dejarme de nadie, que la dignidad valía más que cualquier sueldo o trabajo y que nunca debería permitir que nadie me humillara o maltratara.

Excepto él, aparentemente y ese mensaje incongruente me afectó mucho, sí, en parte porque yo lo permití, pero también porque, en ese momento, no tenía las herramientas para manejarlo.

Hoy, las cosas han cambiado.

Hoy escribo, no para culpar ni acusar a mi papá, porque los buenos momentos que tuve con él fueron muchos más que los malos.

Hay cosas que tengo que decir, porque necesito cerrar y perdonar.

Hoy sé que mi papá era un buen hombre con defectos, como cualquiera, producto de una niñez complicada, en la cual la violencia no se veía como tal.

Yo mismo no alcanzaba a distinguirla en ese entonces.

Esta gripa tiene que ver con la dificultad de traer esto a la luz, parte de mí aún siente que no se puede hablar mal del gran “Germán Dehesa”, ese personaje que la gente tanto quiso y quiere y que, sí, es cierto, hizo muchas cosas buenas por otras personas, aunque su inteligencia emocional, como la de todos, no estaba construida del todo.

He intentado, por años, dejar este rencor de lado y guardarlo en un cajón, pero sigue saliendo y, hoy en día, necesito quitarlo del camino, es una piedra que obstruye mi evolución y me impide recordar y amar a mi padre como quiero hacerlo

Papá, no soy un pinche niño, soy tu hijo.

Soy un hombre.

Me educaste de otra manera, me diste otro ejemplo y no te permito que me hables así.

Elijo perdonarte, aunque tú nunca te hayas disculpado, no por ti, por mí, porque ya no quiero cargar con tu poca inteligencia emocional y quiero quedarme con las, muchas, muchísimas cosas hermosas que compartimos.

En ese aspecto, sí soy mejor que tú.

Sé que tú estás feliz de que así sea.

Te perdono, me libero y te agradezco, por lo que me hiciste aprender.

Llévate los mocos, el rencor y las lagrimas

Te amo papá.

Cualquier correspondencia con esta febril y delirante columna, favor de dirigirla a www.angeldehesac.com

Si quieren compartirla por favor usen este enlace, muchas gracias.

6 comentarios

  • Amparo Morales dice:

    Gracias por escribir estas cosas. Al menos a mi me resuenan y me ayudan a liberarme.

  • Arcelia Vazquez Castillo dice:

    Te abrazo mi querido Ángel.

  • Mario Camacho dice:

    Madura reflexión!

  • Katia Guadarrama dice:

    Lloré y también se me salieron los mocos. Caray!!
    Mi estimado Ángel de verdad te debo un abrazo de oso.
    Mi papá me enseñó a disfrutar el humor ácido y la crítica de tu papá. Crecí leyendo la Familia Burrón y Mafalda… Y como buen aries, nunca me permití dejar una respuesta limitante de mis papás… Llámalo arrogancia, rebeldía o poca consciencia.
    Tengo dos recuerdos de momentos así donde la discusión superó los argumentos lógicos de mi papá. En uno era una niña cuando mi papá no pudo continuar la discusión y me dijo: «soy tu padre y se hace así porque así lo digo yo»… Y que me suelto con la máxima Mafaldiana «Y yo soy tu hija, y nos graduamos el mismo día o no?»
    Se aguantó la risa…y ya lo resolvimos más tranquilos.
    La otra que recuerdo… tenía yo como veinte y algo de años… No recuerdo por qué discutimos pero llegó al punto de que lo desesperé tanto que me empujó y estuvo apunto de darme un puñetazo y yo igual… Ambos con los puños a punto de salir disparados y además, yo a nada de aventarlo con una patada… En milésimas de segundo revisamos las consecuencias de lo que podría suceder y detuvimos los golpes. Creo que mi papá se dió cuenta de pronto quién era yo y yo ví una parte que nunca creí que existía en mi papá y que afortunadamente, nunca volví a ver.
    Yo considero que fui la consentida de mi papá porque eramos muy parecidos. Y sí, igual que a ti estimado Ángel, me dijo que nada vale más que el respeto y la dignidad de las personas. Y aún así se le olvidaba que su hija creció leyendo, cuestionando y retando al que impone cuando no sabe convencer.
    Y como le explico a mi mamá, podemos no estar de acuerdo y se vale. Lo que no se vale es que me agredas, me insultes, o me chantajees. Porque el amor a ustedes como mis padres existe y soy quien soy gracias a ustedes, a su ejemplo y a veces, a pesar de ustedes. Y soy a pesar de mis defectos, una buena persona, y he sido capaz de abrirme paso en este mundo que no entiendo. Porque aunque no lo crean los quiero. Fueron mi ejemplo a seguir, me enseñaron a pensar, a ser un buen ser humano. Mamá, papá: hicieron un buen trabajo.
    Pero a veces, mi estimado Ángel, se les olvida que hacen tan buen trabajo que les podemos señalar la falla y discutir con las mismas herramientas que ellos nos dieron, y se les olvida a veces que el impacto de sus palabras llega a doler más y por más tiempo que los golpes.
    Aplaudo esta forma de compartir y sanar el recuerdo de tu padre. Como dices, son humanos maravillosos e imperfectos. Ahora como adultos, tú y yo lo sabemos y como tú, yo también prefiero conservar esos muchos momentos buenos, de los malos guardo el aprendizaje y la reflexión.
    Un abrazo grande y fuerte

  • Guhendy dice:

    Saludos, cuídate mucho

  • Ma Yeresapliego dice:

    Creo que vas por buen camino, para perdonarte a ti mismo , primero y luego perdonar a Tu Pspa , y el día que lo logres vas a vivir lleno de zpsz

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