Se me hizo fácil…
16 de agosto de 2024
Por Ángel Dehesa Christlieb
No es bien nacido…
El que no es agradecido, decía mi abuela.
A principios de siglo, dirigí “Deporte Internacional”, una revista de Editorial Televisa.
Me gusta mucho el periodismo deportivo porque, más allá de lo que vemos en la cancha, de los récords, de los marcadores y de los trofeos, los deportes están llenos de historias de hombres y mujeres que inspiran con su ejemplo y nos hacen creer que los límites no existen.
En otros países, como Estados Unidos, hay periodistas deportivos como David Halberstam, ganador de un Pulitzer por su trabajo en la Guerra de Vietnam y escritor de biografías de Michael Jordan y de crónicas sobre los Medias Rojas de Ted Williams.
En México, estamos muy limitados a la crónica, repetitiva y acartonada, de los partidos de futbol de una liga llanera y mediocre, enfocada en hacer dinero a costa de la calidad del espectáculo, del desarrollo de jugadores y de su proyección internacional.
Algunas excepciones tenemos, como Alberto Lati, Ricardo López, Jorge Witker (QEPD), Toño de Valdés, Óscar Jiménez “Don Mickey”, Miguel Padilla y mi querido Roberto Vargas, plumas dedicadas y certeras, que reconocen al deporte como un aspecto clave para entender el mundo en el que vivimos hoy y con esa seriedad lo trabajan.
Ellos no solo narran eventos, también buscan historias.
Durante mi breve paso por Deporte Internacional quise darle a la revista un enfoque menos centrado en el futbol, sobre todo porque la editorial ya publicaba la revista Soccermanía, dedicada completamente al “juego del hombre”.
Gracias a que Martín Holguín, uno de los directivos de la editorial, es sonorense, Ana Guevara accedió a darnos una entrevista y a ser la primera portada de la revista a mi cargo.
En pleno ascenso en su carrera como velocista, Ana Gabriela Guevara estaba preparándose para su participación en los juegos olímpicos de Atenas 2004.
La entrevista fue extensa, de manera directa, franca y norteña, Ana me habló de sus inicios como basquetbolista en Sonora, su cambio a las pistas de tartán de la mano del entrenador cubano Raúl Barreda y cómo se estaba preparando en un deporte en el que, tradicionalmente, los mexicanos no habían destacado mucho.
Incluso estuvo de acuerdo en pintarse todo el cuerpo de dorado, con pintura de papelería y, cuando todos querían entrevistarla, me regaló varias horas de su tiempo y mi primer reportaje importante, mi primera historia más allá de lo que todos escribían.
No he vuelto a verla desde entonces, celebré muchísimo su medalla de plata en Grecia y le estaré siempre agradecido.
Hoy Ana Guevara está en los periódicos por razones muy distintas.
Soy el primero en exigirle, como le exijo a todos los servidores públicos, una rendición de cuentas transparente y exhaustiva, además de una justificación válida de en qué gastó cada centavo público que pasó por sus manos.
Si se le comprueba algo, que se le apliquen, como a cualquier ciudadano con derechos y obligaciones, los castigos que la ley indique, ni más ni menos, sin crucificarla en los medios hasta que las investigaciones concluyan.
En cuanto a darnos golpes de pecho y escandalizarnos porque utilizó lo que mis tías abuelas llaman “lenguaje altisonante” o porque defendió su derecho a gastarse SU dinero como ella quiera, no estoy de acuerdo.
Esa es mi opinión, que conste que no me interesa convencer a nadie de estar de acuerdo conmigo y mucho menos quier “quedar bien” porque “me llegaron al precio”.
Veremos como acaba la historia.
Y, sobre todo, como acaba la semana porque HOY TOCA.
Cualquier correspondencia con esta agradecida columna, favor de dirigirla a www.angeldehesac.com
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