Se me hizo fácil
21 de agosto de 2024
Por Ángel Dehesa Christlieb
Problemas de Fifí.
“Para la próxima no traigan el vaso de Starbucks a la protesta”
Así decía la cuenta de X de alguna persona, con algún apodo bien ingenioso, que descalificaba a los trabajadores del poder judicial y su protesta contra las “reformas” propuestas por el poder ejecutivo.
Como si el tener los recursos o la inclinación a comprar una taza de café del caro los inhabilitara como ciudadanos con derecho a protestar o a expresar desacuerdo.
Me remitió a muchos momentos de mi infancia, cuando mis padres, como muchos otros padres lo hicieron y lo hacen, utilizaban a vergüenza como recurso pedagógico y coercitivo o, lo que es lo mismo, el viejo truco de “muchos niños quisieran lo que tú tienes”.
No estoy acusando a mis padres, me educaron de la mejor manera, con las herramientas que tuvieron y estoy seguro de que nunca pensaron más que en mi bien.
Si quiero ser un adulto, tengo que hacerme responsable de mi propia felicidad, perdonar lo que haya que perdonar (incluyendo a mí mismo) y agradecer el esfuerzo de todos los que se esforzaron en desasnarme, quererme y prepararme para la vida.
Aclarado el punto, como dijo el alcohólico al recaer: retomo.
El hecho de que cada vez que no quería hacer algo, me dijeran: “claro, como al principito todo se lo dan en bandeja, no aprecia lo que tiene y nada le parece” o alguna frase semejante, afectó muchísimo mi capacidad de confrontación y me hizo sentir que no tenía derecho a inconformarme o molestarme por nada.
Y esa creencia se trasladó a todas mis relaciones, laborales, de pareja y de amistad.
Me tomó muchos años y golpes aprender que el enojo, bien manejado, es una emoción necesaria y saludable, que tengo el derecho, la necesidad y la obligación de expresarlo, no para imponer ni para maltratar, pero sí para cuidarme a mí mismo y aprender a poner límites, porque nadie más lo hará por mí.
Me di cuenta también de que no tengo porque avergonzarme ni disculparme si, por azares del destino, o porque trabajé para ello, las cosas me van mejor a mí que a otras personas, lo cual no significa ser insensible o indiferente a sus necesidades y carencias, ni dejar de hacer lo posible por ayudarles a superarlas.
Y, finalmente, aprendí a no creer en la mentira, que muchos de los que están en el poder quieren vendernos, de que siempre que yo obtengo algo se lo estoy quitando a alguien más y, por ende, esa otra persona o personas tienen el derecho de maltratarme o yo debo desconfiar de ellas, porque seguro me quieren robar algo.
“Problemas de fifí”, dirán muchos, probablemente los mismos que descalifican a los trabajadores del poder judicial porque toman café del caro.
Quizá tengan razón, pero son mis problemas y son igual de importantes que los de cualquiera, nadie tiene derecho a minimizarlos y depende de mí que no sea así.
¿O ustedes qué opinan?
Cualquier correspondencia con esta resuelta columna favor de dirigirla al www.angeldehesac.com
Aquí les dejo el enlace por si quieren compartirla
1 comentario
Hola Angel, siento q me habla uno de mis hijos, te leo y parece q solo falta tenerlo enfrente, ah como lucha Aldo (así se llama) así con un montón de chambas de todo, y siempre correteando a los q le deben, pero al final lo logra
La diferencia es q esta casado y con un hijo (mi nieto hermoso) y claro hay más presiones, pero es relajado y siempre me dice ‘no pasa nada, todo se compondra’ y si, se compone y a volver a empezar, te abrazo, Angel
Admire mucho a tu padre
Me encantaba leerlo en vdd
Saludos Hilda
Seguiré tus pasos, así como sigo los de Aldo, jeje
Perdón por el choro pero es sincero