Se me hizo fácil
22 de agosto de 2022
Por Ángel Dehesa Christlieb
El Burro y la Ballena
A todos los que quieren y a todos los que aman esta columna, como diría la voz del maestro Ángel Fernández, les agradezco haber aguantado tres días de intensidad y dar vueltas en el fango, pero la vida es así, a veces uno está arriba y a veces toca un paseo por el suelo, para poder apreciar el cielo.
En fin, ya de vuelta porque, tanto la tristeza, como la alegría, son como los lácteos del súper tienen fecha de caducidad. Sobre todo, porque, releyendo mis escritos de la semana, parecían haber salido directamente de la cabeza del burro de Winnie Pooh.
¿Ustedes cómo han estado?
No sé qué opinan, pero esto de la lluvia constante, con los consiguientes encharcamientos, se está volviendo algo problemático, hoy mismo mis zapatos se echaron un clavado en la calle de Bajío, con lo que conseguí tener un “splash” en cada paso y estoy casi seguro de que hay organismos alienígenas habitando entre mis dedos.
Virulo y un servidor estamos a punto de concluir la temporada de “Herencias y Querencias: Recordando a Germán Dehesa”, en el Hobos de San Ángel.
La última función es este domingo 25 a las seis de la tarde y, la semana que viene, nos vamos de gira, comenzando el 30 de agosto en Guadalajara, por lo que tardaremos un rato largo en presentarnos de nuevo en la CDMX, así que si quieren verla antes del año que viene, los invito a comprar su boleto en www.boletopolis.com, porque quedan pocos.
Seguramente, se están preguntando ¿qué pasó para que el burro Igor ande como cascabelito contándonos de sus aventuras en los charcos y sus cierres de temporada?
Pues, la cosa es que leí en alguna publicación en redes sociales que hablaba de la “Ballena Solitaria”, un cetáceo que nadie ha visto nunca, únicamente se han escuchado sus vocalizaciones en algunos sectores del océano.
Se sabe que es una ballena por la naturaleza de estas vocalizaciones, pero, de acuerdo a los científicos, la ballena solitaria vocaliza a una frecuencia diferente que cualquier otra de su especie.
Aparentemente, ninguna otra ballena podrá escucharla nunca ya que su voz no está en la nota adecuada, lo cual, aparentemente, la condena a pasar su vida recorriendo el océano sin poder interactuar nunca con sus semejantes, únicamente porque su voz es diferente a la de los demás cetáceos que recorren el mar a su lado.
Por lo que dicen los científicos que escuchan los rumores submarinos, la ballena solitaria sigue nadando y cantando, a pesar de que nunca ha tenido respuesta.
Quizá sepa que nunca será escuchada o quizá no, quizá solo cante porque eso la hace feliz y la mantiene viva, a pesar de estar sola.
Quizá, el burro Igor no quiere que sus semejantes dejen de escuchar/leer lo que dice y se da cuenta de que, aunque no tiene que estar feliz todo el tiempo, tampoco quiere comenzar a escribir/cantar en frecuencias diferentes a las de los cuatro lectores (y Jorge Urbano), que ha logrado reunir y a los que agradece por estar siempre.
Felicitación
A mis queridísimos Lourdes Ambriz, Héctor Infanzón y Horacio Franco, por haber recibido la Medalla Bellas Artes en música, soy afortunado de que sean mis amigos.
Cualquier correspondencia con esta subacuática columna favor de dirigirla a www.angeldehesac.com
Gracias por compartirla con este enlace