Se me hizo fácil : El Braguetazo

Se me hizo fácil

26 de agosto de 2024

Por Ángel Dehesa Christlieb

El Braguetazo

Hoy, día de regreso a clases, quiero dejarles este recuerdo dedicado a todos los infantes que hoy ingresan o regresan a los templos del saber de nuestro país.

La foto aún existe en casa de mi mamá, oculta en alguna de las cajas del desván, inmortalizando el momento que alguno de mis compañeros de tercer año de primaria bautizó como “el braguetazo”.

En mi casa nunca fuimos de ropa de marca y en la primaria mucho menos.

Mi madre, con el teutón sentido común que la caracteriza, me compraba pantalones de terlenka azul de la Comercial Mexicana, para que los destruyera a placer en el patio de la escuela sin generar un gasto excesivo.

Ese año en particular, me tocó una remesa de pantalones más chafa de los de costumbre, lo cual se notaba en el hecho de que, tiro por viaje, la bragueta se atoraba y nomás no había manera de subirla de manera suave.

Esta falla en la hechura de la prenda (o en la coordinación motriz de quien la vestía), tenía dos resultados posibles.

El primero: me tardaba horas en subir el cierre después de ir al baño.

El segundo, que era mucho más… contundente: después de jalonear y jalonear, el cierre subía con fuerza, pellizcando aquello que estaba diseñado para guarecer.

Si alguno de mis queridos lectores ha pasado por ese trance, sabrán que, si Cristo no lo incluyó entre sus estigmas, es porque el Antiguo Testamento está escrito en clasificación “A”, para todo público.

El dolor es de efecto retardado, por ese pequeño lapso que le toma a las terminaciones nerviosas de la zona en cuestión transmitir la información de lo que está ocurriendo al cerebro, el cual tarda también unos segundos en reaccionar y darse cuenta de que tiene encarnado un diente de cremallera en un lugar donde, por decir lo menos, no debería estar.

Ya que se cumple todo este proceso, el afectado se muerde el labio, palidece y tiembla visiblemente, mientras baja el cierre de nuevo y una lagrimita, solitaria, pero “séntida”, recorre su mejilla derecha.

Vuelvo a mi historia.

Ese fatídico día, en las instalaciones del Colegio Madrid A.C. (los recuerdos de nuestra niñez), tocaba que el señor Chávez, quien durante generaciones fue el fotógrafo contratado por la institución para inmortalizar a los diversos grupos que iban de kínder a prepa, le tomara la placa a los integrantes de mi salón.

A la hora de salir a tomar la foto, sentí la imperiosa llamada de la naturaleza y corrí al mingitorio colectivo, que estaba en el baño de niños de la primaria, hice lo que tenía que hacer y, como solía pasar con mis terlenka pants, se me atoró el cierre y, esta vez, nomás no hubo manera de subirlo.

Ante mi tardanza, la maestra Paty Castilla, tuvo que mandar al prefecto, Gonzalo, alias “Matute”, a traerme para la foto.

Yo estaba demasiado avergonzado para explicarle la situación.

Al llegar a las escaleras donde los más bajitos nos sentábamos y los de mayor estatura se paraban atrás, descubrí que, para mayor escarnio, mi localización en la primera fila me designaba como el encargado de sostener el letrero que indicaba el año y letra del salón

3- C decía.

Según yo, no se notaría mi predicamento, según la evidencia fotográfica, es todo lo contrario.

Exactamente bajo el letrero, entre mis piernas, se alcanza a ver un leve, pero no por ello menos evidente, atisbo de la blancura inmaculada de mi trusa Rinbros.

Existen, por lo menos, 31 copias de esa foto que era el número de integrantes que de mi salón en ese entonces y, hace poco, alguien la subió al grupo de Facebook de la generación…

¡Feliz regreso a clases!

Cualquier correspondencia con esta expuesta columna, o petición de su copia autografiada de la foto. favor de dirigirse a www.angeldehesac.com

Si quieren compartirla les dejo el enlace para ello.

1 comentario

  • Christian De Luna dice:

    Jajaja a ver si no desperté a nadie con las risas que me acabo de aventar leyendo esto. Muy buena anécdota aunque pudo haber sido mucho peor si en lugar de tu calzoncito Rinbros el que se hubiera asomado para la posteridad hubiera sido tu «little angel». Saludos!

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