Se me hizo fácil : sonrisas robadas

Se me hizo fácil

30 de agosto de 2024

Por Ángel Dehesa Christlieb

Sonrisas robadas

Saludos desde Guadalajara, donde mañana, viernes 30 de agosto, nos presentaremos Virulo y un servidor con “De Herencias y Querencias: Recordando a Germán Dehesa” en el Teatro del Ángel, si quieren boletos entren a www.rojocafe.com .

Escribo desde mi cuarto de hotel, a las altas horas de la madrugada, después de volar, ensayar y haber visitado los tacos Providencia, donde, a semejanza de los cuinos que sirven, me atasqué de tacos como si el mañana no existiera.

Con esto en mente, más la semanita que nos regalaron los consejeros de INE y los magistrados de TEPJF, me disculparán si esta columna es más corta que lo normal.

Aquí vamos.

En mi entrega del 26 de agosto, titulada “El Braguetazo”, hablé de mis problemas con los pantalones que me compraba mi madre en tercero de primaria, concretamente con la bragueta que se atoró el día de la foto del salón, si quieren leerla, entren a mi página www.angeldehesac.com y búsquenla por ahí.

Para ilustrar el tema, subí la mencionada foto y, como suele pasar en la vida, Jorge Urbano y mis seis lectores (ya llegaron dos más: Viviana Motta y Carmina Mejía), eligieron, comprensiblemente, no fijarse en mi bragueta y ocuparse más bien de un tema que está a plena vista, pero en el que yo no me había fijado.

Ninguno de los escolapios que estamos en la foto tiene una sonrisa en el rostro, lo cual, a decir de Montse Ferrer (que es mi lectora número tres), nos hace parecer más como la población de la crujía 5 del reclusorio de menores, o el personal de la Secretaría de Relaciones Exteriores al escuchar al presidente poner “en pausa” las relaciones con las embajadas de Canadá y Estados Unidos, que el grupo de tercero “C” de la generación 80-86 del Colegio Madrid A.C.

Y sí, al ver la foto con detenimiento, uno se da cuenta de que, a pesar de encontrarnos en lo que muchos de los autores de mi niñez llamaban “la etapa más feliz de la vida”, ninguno de nosotros (incluyendo a la maestra Paty Castilla), parecemos querer estar ahí, hagan de cuenta Lenia Batres en el pasillo de su oficina cuando llegaron los inconformes a quejarse.

Me encantaría decirles que sé la razón, que ese día se había muerto la mascota de la clase, o que nos habían dejado sin recreo por algún acto terrorista perpetrado por el cártel del biberón nueva generación, integrado por Antonio Arenas y Elena Ramírez (los quiero), pero, la verdad es que no lo sé.

Lo único que se me ocurre al ver esa foto, con la nueva perspectiva que me dieron mis ahora seis lectores, más los que se apunten con un mensaje directo a mi cuenta de Facebook, es que, de hoy en adelante, aprovecharé cada una de las oportunidades que la vida me dé para sonreír.

Sobre todo porque…

HOY TOCA

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