Se me hizo fácil
24 de septiembre de 2024
Por Ángel Dehesa Christlieb
Hombrecitos
Agradezco mucho a los dos lectores que se apuntaron ayer, con ellos ya llevo 16.
También agradezco a todos aquellos que se hicieron presentes para apapacharme el alma y el corazoncito.
Cuesta trabajo poner estas cosas por escrito y compartirlas, porque soy parte de una generación educada para no expresar sus emociones, para no “dar lástimas”, para ser “hombrecitos”
Y sí, el resultado de esta mentalidad es una generación de “hombrecitos”, muchos emocionalmente discapacitados, a los que nos cuesta trabajo decir lo que sentimos y no sabemos externar nuestras emociones de manera constructiva.
Como le dijeron los Tucanes a Metallica, no me malinterpreten.
A estas alturas de mi vida, estoy consciente de que la educación que haya recibido, con aciertos y errores, ya no debe ser obstáculo para tener una vida plena si yo así lo quiero, porque ya es mi responsabilidad trabajar, perdonar y resolver lo que sea necesario para estar bien.
Cuesta trabajo, pero es un trabajo muy disfrutable, que vale la pena y que se hace más llevadero con la presencia cercana y palpable, o lejana, pero perceptible de todas aquellas personas que me quieren y quiero.
¿Se han fijado que nos es mucho más fácil aceptar y entender cuando alguien se queja amargamente o despotrica en contra del mundo, que cuando alguien se declara feliz o contento?
La primera reacción suele ser la de descalificarlos como locos, inconscientes e irresponsables, que seguramente no han leído los últimos reportes de las calificadoras internacionales o la posición de los Pumas en la tabla general.
Hay quien incluso se ofende porque aplican la que decía Groucho Marx, “yo, para ser feliz, necesito que los demás sean miserables”, frase que parece chiste, pero últimamente cada vez va siendo más anécdota e, incluso, se ha vuelto eje ideológico de muchas “propuestas” políticas, que apelan al sentimiento básico de “si tú quieres tener algo bueno, tienes que quitárselo al otro, que seguro te lo quitó a ti”.
La felicidad, para ser felicidad real, no puede construirse de espaldas a nuestros semejantes y mucho menos a costa de ellos y quien así lo piense, sienta o predique, tiene que ser o muy miserable o muy imbécil.
O como decían en los exámenes de opción múltiple “todas las anteriores”.
El ser miserable o mala persona suele ser un signo inequívoco de una limitación mental severa, no importa que tanto dinero se obtenga o a que altos puestos se ascienda o que tan “exitoso” parezca uno a los ojos del mundo.
Vivirás siempre con el corazón envenenado y el miedo a ser tratado como tratas tú,
La elección está ahí, ser miserable y vivir en el lodazal, en la película de Marga López o aventarse a ser feliz, con la responsabilidad que eso implica y la necesidad de que, a veces, la gente piense que estás loco, idiota o “todas las anteriores”.
Yo sé cuál quiero
¿Y tú?
Cualquier correspondencia con esta reflexiva columna, favor de dirigirla al www.angeldehesac.com
Si quieren ayudarme a compartirla les dejo un enlace para hacerlo.
2 comentarios
Magistral disección de los seres paralíticos emocionales (hombres nacidos antes de la década de los 80’s, según yo).
Y sobretodo, magnífico análisis de los infelices que quieren ser felices a costa de quitarles a los felices su felicidad.
¡Bravo Ángel!
Excelente lectura. Calsiro para el alma 😍