Se me hizo fácil: la existencia de Dios

Se me hizo fácil

21 de octubre de 2024

Por Ángel Dehesa Christlieb

La existencia de Dios

Estoy consciente de que ponerse tan intensamente metafísico en lunes por la mañana, es pecar de intensidad y también de que la existencia o ausencia de un Dios, no importa cuántas letras usemos para nombrarlo, ha sido debatida durante siglos por mentes ciertamente más brillantes que la mía.

Esto dicho, también creo que sin importar si uno pertenece o no a una religión organizada o qué día de la semana sea, es una tarea prioritaria para cada persona el establecer los términos para relacionarse con esa entidad, ser o fuerza a la que algunos llamamos Dios.

Hay incluso quien decide que no hay tal cosa, que los seres humanos somos solitos en el universo, el resultado de una serie de eventos y coincidencias inexplicables y que nada existe (o debe ser reconocido como existente), a menos que podamos medirlo, pesarlo o contarlo.

Están en todo su derecho, lo que no me parece es su necesidad, que muchas veces raya en conductas francamente agresivas, en las cuales ridiculizan y ofenden a quienes elegimos, incluso creyendo en la ciencia y todo el bien que le ha hecho a la humanidad, creer que hay algo o alguien más allá de lo que nuestros limitados sentidos pueden percibir.

Los veo enfrascarse en discusiones bizantinas pero agresivas, desde múltiples plataformas cibernéticas o presenciales, con una dedicación digna de diputado morenista defendiendo una reforma que no ha leído, ofendidos por los que no estamos de acuerdo con ellos.

Yo vivo y dejo vivir, no cuestiono ni al que cree, ni al que no cree y tampoco los motivos que lo impulsen para tomar dicha decisión, solo puedo saber y compartir lo que me lleva a mí a creer.

Me hace muy feliz pensar que aún hay cosas que conocer y explorar en mí, en el mundo y en las personas que me rodean y que no necesariamente tengo que hacerlo con los cinco sentidos tradicionales, por lo que me doy la oportunidad de descubrir, entrenar y hacer caso a las otras formas de percepción que van más allá de lo que veo, toco, escucho, pruebo o huelo.

Reconozco también la oportunidad de aprender sobre la certeza, la paciencia y la apertura de mente, para convencerme de que si Dios no decide que las cosas ocurran como yo quiero que ocurran, es porque tiene una visión más amplia que la que tengo yo.

Elijo aprender a confiar en que no importa lo complicado o desagradable de la situación en la que me encuentre, todo es parte de un aprendizaje que, tarde o temprano, rendirá frutos y me facilitará la vida si yo así lo decido.

Despues de leer “Me encanta Dios” de Jaime Sabines, me di cuenta de que, como dice el chiapaneco, Dios “es un viejo magnífico que no se toma en serio” y que a pesar de que nos envía seres como Jesucristo, Buda o Mahoma, para decirnos que nos portemos bien, esto no es algo que a Él le preocupe demasiado, ni su amor y aprecio hacia mí están condicionados por ello.

Lo más valioso que Dios me concedió cuando me trajo a esta vida, es la capacidad y, sobre todo, la libertad de elegir hacer con mi vida lo que yo quiera, ser bueno o no, ser feliz o no, ser generoso o no.

Y cada día es una oportunidad de tomar esa decisión correctamente, algunos dias lo logro y otros no.

Pero de algo estoy seguro.

Todo lo que necesito para hacerlo (o no) está en mí.

Gracias a Él.

¿O tú qué crees?

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