Se me hizo fácil
26 de noviembre de 2024
Por Ángel Dehesa Christlieb
Amor de hombre
La semana pasada, mientras estaba en receso, recibí mensajes de dos queridísimos amigos.
Ambos son tapatíos desde hace mucho tiempo, ambos son pilares del rock en México y los dos me escribieron, con horas de diferencia para invitarme a su concierto el pasado sábado en el Teatro Metropolitan.
A los dos los conocí en mis andanzas como reportero de música y espectáculos, luego he tenido la oportunidad de entrevistarlos varias veces y nos hemos vuelto grandes amigos.
Estoy hablando de Ernesto “Bola” Domene, baterista de Rostros Ocultos y de la Lupita, además de dueño de “La Perla Récords” y de Carlos Avilez, el zorro plateado del desierto de Sonora, la cabellera más impresionante del rock and roll nacional, bajista y compositor de la Cuca, de los Tristones de Puerto Bagdad, de Avilez y Extraños, de Khafra, de Forajidos, más lo que se acumule esta semana.
Además de la invitación al concierto de Rostros y Cuca, que estuvo increíble, me dio muchísimo gusto ver a mis dos amigos haciendo lo que les gusta y ver que, después de tres décadas de hacerlo, lo hacen cada vez mejor.
Después del concierto, en el camino a casa, les mandé un mensaje a cada uno dándoles las gracias y de cada uno recibí una linda respuesta
En el caso de Carlos concluyó su mensaje diciéndome textualmente:
“Te quiero mucho”.
Y sentí bonito
¿Saben por qué?
Decía mi papá que los hombres de su generación no fueron educados para mostrar sus emociones, ni por sus padres, ni por la sociedad en la que crecieron.
Aún hoy, la hombría y la masculinidad son confundidas con la castración emocional y con guardarse los sentimientos de manera que, cuando finalmente salen a la luz, lo hacen violentamente, con muy malas consecuencias
Se educa a los niños para ser “hombrecitos”.
Y eso es exactamente lo que se obtiene cuando esos niños crecen: hombres pequeños con la inteligencia emocional atrofiada:
“Hombrecitos”, en toda la extensión de la palabra.
Si un “hombrecito” se atreve a expresarle a otro emociones como cariño, admiración o amistad de una manera que no incluya un albur o alguna expresión soez, entonces comienzan las críticas y la homofobia.
Yo soy muy afortunado, porque mi papá decidió romper ese ciclo conmigo y me enseñó que abrazar y decirle a otro hombre “te quiero mucho”, no tiene porque ser malo, ni me hace más débil, ni tiene nada que ver con un tema de sexualidad, lo cual, aclaro, tampoco tendría nada de malo si así fuera.
El que Carlos, Bola y un servidor podamos, como hombres adultos, expresarnos cariño y afecto, a través de acciones y palabras, me pone muy contento, porque me doy cuenta de que los “hombrecitos” están de salida y reconozco lo que yo también he hecho para tener y conservar su amistad.
Desde aquí les digo a los dos:
Bola y Carlos, muchas gracias por su invitación, por su amistad y yo también los quiero mucho.
Un abrazo
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1 comentario
Pues otro abrazo varonil con mucho cariño. Excelente Martes.