Se me hizo fácil: orquídeas

 

Se me hizo fácil

5 de diciembre 2024

Por Ángel Dehesa Christlieb

“El pueblo mexicano tiene dos obsesiones, el gusto por la muerte y el amor a las flores”- Carlos Pellicer.

En la entrada de la casa de mi mamá hay varias macetas con orquídeas que han ido llegando como regalos para Conchita.

Aunque las orquídeas nominalmente le pertenecen a mi mamá, quien realmente las cuida, las procura y las entiende es Josefina, que las cuida con mano extraordinaria.

Como suelen hacer las de su especie, las orquídeas de la entrada tienen sus tiempos, a ratos florecen y a ratos se guardan.

Yo paso frente a ellas varias veces al día, a veces las noto y a veces ando demasiado metido en mis asuntos, los urgentes y los importantes, para ponerles atención.

No sé si últimamente he estado demasiado ocupado o preocupado, porque llevaba un buen rato sin hacerles caso y creo que se dieron cuenta.

El lunes pasado, cuando bajé a desayunar, todas las macetas, todas estaban y siguen estando en plena floración, con exquisitas y coloridas formas aparentemente frágiles, pero tan perfectas y firmes como la belleza misma.

Mientras escribo pienso que quizá estoy pecando de vanidad al pensar que las orquídeas de la puerta me sienten, me escuchan y se dieron cuenta de que mi estado de ánimo no era el mejor, por lo que decidieron ponerme de buenas para comenzar el mes de mi cumpleaños.

No me importa si me leo presumido, estoy seguro de que las orquídeas y yo tenemos una relación especial, pero no exclusiva.

Cualquiera puede decidirse a vivir como si la belleza existiera y, una vez obtenida esa certeza, también puede decidirse a ser un receptor, un creador y un “compartidor” de dicha belleza.

Hay muchas maneras de hacerlo: la música, el canto, la palabra hablada o escrita, el tiempo dedicado a los demás, la cocina y cualquier cosa que sirva para mejorar nuestra realidad física, mental o espiritual.

Si aprendo a silenciar ese ruido interno y continuo, que se obstina en recordarme lo que no tengo, lo que no he logrado y los aparentemente insalvables obstáculos que existen en mi vida, puedo comenzar a escucharme de otra manera y me doy la posibilidad de escuchar los mensajes de aliento y aprecio que el mundo tiene para mí.

Y cuando tenga dudas o esté triste, las orquídeas lo sabrán y se ocuparán de recordarme, con andanadas de formas y colores, que la belleza existe y permanece y está en mí decidirme a verla.

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1 comentario

  • Eduardo Castell dice:

    Como escribia tu papá aquí en mi casa de piedra y flores , está así nuestra casa. Pasión por las plantas y flores, que irradian con su belleza y dan paz y felicidad. Saludos

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