Se me hizo fácil : la cotidiana violencia

Se me hizo fácil

9 de octubre de 2024

Por Ángel Dehesa Christlieb

La cotidiana violencia

Vengo de una generación extraña, en la cual nos dejaban ver El Padrino antes de cumplir los 10 años, siempre y cuando nos tapáramos los ojos cuando “Sonny” se refocilaba con la invitada a la boda de Connie, pero no había problema cuando lo cosían a balazos en la caseta de la carretera de Nueva Jersey.

Después de más de 40 años, es la fecha en que no logro entender por qué es más importante no exponer a un niño al sexo que a la violencia que los seres humanos son capaces de infligirse unos a otros.

Hoy, por la mañana, me levanto y lo primero que veo en las redes sociales es el video de un carnicero quien, por alguna razón decidió agarrar a puñaladas a un compañero de trabajo, quizá no le pagó la tanda a tiempo, pero no se me hace una razón suficientemente válida.

Y no, no me estoy burlando cuando hago un chiste, pero hay momentos en que el humor es la única defensa ante lo que, por desgracia, se ha convertido en el pan nuestro de cada día, pero ahora en la vida real.

Bajo a desayunar y, por segundo día consecutivo, el periódico trae como encabezado la decapitación del alcalde de Chilpancingo, con las espeluznantes fotografías que muestran su cabeza en el techo de una camioneta.

De esto si no tengo nada que decir, porque no hay nada de lo que reírse, espero que nuestra flamante presidenta comience a desmarcarse del sexenio anterior y que no nos salga con que “estaba involucrado con grupos delictivos”.

Si en Guerrero eso fuera delito, ya tendrían a otra gobernadora y a otro que gobernara porque bien sabemos que, en ese estado, la primera, aunque emparentada con, no es el segundo.

El ser criminal (que no sabemos si lo es) no exime a nadie de recibir la protección de la ley, no importa que tan cómoda sea la excusa para los que, cobrando de mis impuestos, no pueden hacerla valer.

Me molesta y me asusta mucho la normalización de la violencia y más aún el uso que se le da para vender periódicos y atraer rating.

Es deber de los medios reportar los incidentes, pero me parece que hay imágenes que no le aportan nada a la narrativa, como no sea el contribuir a que, poco a poco, se nos vayan endureciendo la vista, el corazón y los sentimientos y comencemos a pensar que esa es la normalidad en la que nos toca vivir y, por lo tanto, no hay nada que podamos o debamos hacer al respecto.

No estoy de acuerdo, no puedo estarlo, porque entonces dejaría mi humanidad de lado y, pasara lo que pasara, los criminales ya habrían ganado y el ciclo de violencia estaría completo y eterno.Y no quiero.

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3 comentarios

  • Mario Mora dice:

    Tristemente, y como era de suponerse, ya se desmarcaron diciendo que él se fue solo sin pedir ninguna escolta, y después los flamantes secretarios de defensa y «seguridad» van a Sinaloa a «recorrer» la ciudad, pero escoltados por todo el batallón desplegado en la zona y acompañados por el gobernador ya absuelto en las mañaneras de cualquier pecado
    Justo igual que cuando la presidenta fue a revisar las afectaciones en acapulco, pero solo desde el cuartel de la base naval.
    Con esa visión no hay nada que resolver, desde Palacio no pasa nada en el país.

  • Sergio Eguiarte dice:

    Completamente de acuerdo con no volver a la violencia cotidiana como parte del paisaje informativo; aunque ahora vende ejemplares de los periódicos y da rating a los medios audiovisuales – por morbo natural de los lectores y audiencia – llegará un momento que como el tristemente “famoso” periódico Alarma, deje de ser negocio.

  • Mayte Noriega Fernández dice:

    Ángel querido. Concuerdo con lo que planteas en tu columna. No podemos tolerar que se normalice la violencia. Nosotros de jóvenes cuando nos saludábamos decíamos: «Hola manito u hola manita» Ahora es: «hola cabrón»… y pienso, si ese es el saludo, lo que sigue es una bofetada. Nos hemos vuelto complacientes ante las raterías y chanchuyos de los políticos y ante la violencia en el lenguaje de los jóvenes. Por eso la violencia ha escalado tanto. Cuestionemos, critiquemos la exhibición gratuita de la violencia. No nos beneficia y tampoco nos hace mejores como sociedad. Un abrazo, y gracias por exponerlo en tu columna.

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