Se me hizo fácil…
5 de septiembre de 2024
Por Ángel Dehesa Christlieb
Las cucas de mi baño
Mi baño está habitado…
Desde hace algunos meses, cada vez que visito el baño por las noches recibo la serenata de una familia de grillos, que toma posesión de la tina de baño y, como a eso de las 10 de la noche, comienzan a cantar en perfecta sincronización mientras las estrellas titilan en la ventana del pasillo, que da al jardín y recién floreado árbol de magnolias.
Hasta ahí todo bien, siempre he sido muy respetuoso de los animales que comparten el planeta con nosotros y, de alguna manera, creo que ellos lo saben y se comportan a la altura, el canto de los grillos no solo no me molesta, lo encuentro relajante y lindo en medio de la jungla de asfalto que habitamos.
Recientemente, nuevos huéspedes han llegado al “wáter closet” de mi hogar, tienen tres pares de patitas, antenas y alas, aunque no veo que las usen mucho, salen por la noche y las sorprendo cada vez más frecuentemente a la hora de prender la luz, cuando salen corriendo en busca de refugio del humano que acaba de aparecer en su hábitat.
Así es, Jorge Urbano y mis siete lectores (nadie más se ha apuntado desde ayer), mi baño está invadido por una simpática, aunque asquerosa, familia de cucarachas, con las cuales he tenido que establecer tratados de no agresión.
A consecuencia de no haber contratado una buena firma de relaciones públicas, reconozco que las cucas no tienen una buena reputación, pero mis recientes amigas se portan la mar de decentes y respetuosas cuando nos llegamos a cruzar.
Hasta ahora he podido identificar a tres y las he nombrado: Noroña, Monreal y Alito, aunque todavía no responden por su nombre, ni han comenzado a dar discursos exigiendo reformas para elegir el insecticida por voto popular, ni han bloqueado los accesos a mi recámara para hacer presión y apoyar al gobierno en turno.
No tengo idea de que coman, o dónde se refugien cuando es de día, porque nunca las he visto cuando el sol está brillando, por lo que solo puedo pensar que a esas horas duermen en algunas literas ubicadas en las tuberías de la regadera o juegan una minipartida de póker, mientras esperan que caiga la luna y sea momento de ir a dar la vuelta por el baño.
Todo iba bien, cada quien se mantenía dentro de los límites marcados por los acuerdos tácitos… hasta el lunes pasado.
Ese día, como a las seis de la mañana, yo roncaba a pierna suelta, mientras el sol salía por el horizonte.
Yo duermo con la boca abierta, lo que me ha llevado, más de una noche, a voltear el cachete y sentir un charquito de mis propias babas.
Pero esta vez fue mucho peor.
Me despertó un cosquilleo en mi cachete y, la reacción natural, fue jalar aire por la boca, por lo que sentí en mi lengua las antenitas que exploraban las amalgamas de mis dientes, hasta que pasó ese momento en el que tu cerebro de da cuenta de lo que está pasando y escupí y pasé al baño donde estuve una hora lavándome los dientes y bebiendo astringosol.
La paz ha quedado rota…
Dudo que nadie me quiera besar después de lo escrito pero no olviden que…
HOY TOCA